En el verano de 2014, tanto el barril de petróleo West Texas (de referencia en EEUU) como el de Brent (de referencia en Europa) iniciaron lo que se puede denominar como el ‘la gran recesión del petróleo’. Ambos barriles pasaron en año y medio de valer 100 dólares a caer a menos de 30 dólares. El auge del fracking y del shale en en EEUU ha sido considerado como la principal causa de este derrumbamiento de los precios, sin embargo, otros factores han podido tener más peso en esta ‘recesión’ que todavía retiene al barril de ambos tipos de crudo por debajo de los 50 dólares. | La OPEP necesita un milagro para sacar el petróleo del atolladero

 

Lutz Kilian, profesor de Economía de la Universidad de Michigan, defiende en el documento How the Tight Oil Boom Has Changed Oil and Gasoline Markets que la fuerte caída de los precios del petróleo desde julio de 2014 «es producto de una combinación de movimientos positivos por el lado de la oferta (producción), y de otros negativos por el lado de la demanda (consumo), asociados una inesperada reducción de la actividad económica global».

«Sería tentador pensar que la caída del precio del petróleo se debe principalmente al boom del shale, pero este no es el caso», destaca este economista experto en materias primas.

En primer lugar, resulta relevante destacar que no todos los tipos de petróleo son perfectos sustitutos los unos de los otros, «esto quiere decir que las estadísticas que miden la producción total de crudo (son las más usadas para analizar equilibrio entre oferta y demanda) en barriles producidos de petróleo hay que tomarlas con mucha precaución», puesto que se agregan en una única métrica todos los tipos de oro negro. «Esto quiere decir que los desequilibrios en la oferta y la demanda pueden variar dependiendo dependiendo del tipo de crudo», señala Kilian.

Muestra de petróleo pesado. // Fuente: Reuters

El shale oil (petróleo de esquisto) que se extrae a través de la técnica del fracking (fracturación hidráulica) es un petróleo dulce (contiene menos de un 0,5% de azufre) y muy ligero (con poca densidad). Este tipo de petróleo no puede sustituir, por ejemplo, al petróleo pesado (muy rico en betún) que se extrae en ciertos campos de Venezuela, México y Arabia Saudí. De modo que no todos los precios de los derivados del crudo tienen que verse afectados de igual forma por la caída del precio del Brent o del West Texas, porque esos derivados pueden estar compuestos por otros petróleos diferentes.

Estancamiento de la demanda

En el caso del Brent y del West Texas, que son petróleos dulces y ligeros (aunque levemente menos ligeros que el shale) «el mayor contribuyente a la caída del precio del petróleo ha sido la reducción en el crecimiento de la demanda de petróleo». Según datos de la Agencia de la Energía de EEUU (EIA por sus siglas en inglés), entre el tercer trimestre de 2013 y el tercer trimestre de 2014 la demanda de crudo estuvo completamente estancada (en alrededor de los 93 millones de barriles al día o mbd), incluso con algunos trimestres de leves descensos.

Kilian sostiene que la explicación más usada para argumentar el fuerte desplome del crudo en diciembre de 2014 fue el anuncio de Arabía Saudí que aseguraba que no se iban a implementar recortes de la producción. No obstante, «no existen evidencias de que los agentes del mercado se sorprendieran por este anuncio y respondiesen a él vendiendo de forma masiva su petróleo. Más bien, este descenso coincidió con una caída de la actividad económica real».

Junto a esta debilidad de la demanda, también es cierto que la oferta de crudo ha jugado un papel relevante, «pero esos cambios en la producción no se pueden atribuir simplemente al boom del shale. Aunque EEUU ha sido responsable de una parte del crecimiento de la producción de 2008 (unos 4 mbd)… también han sido notables los incrementos de la producción en Irak (+2,07 millones mbd), Arabia Saudí (+1,23 mbd), Rusia (+0,79 mbd) y Canadá (+0,73 mbd)«, muestra el documento.

Kilian ha realizado una descomposición de los hechos que han influido sobre el precio del Brent y ha cuantificado su influencia sobre el precio. La conclusión es que aislando todos los factores, el shale oil ha podido reducir el precio del petróleo entre 5 y 10 dólares el barril (entre mediados de 2014 y mediados de 2015).

Esta descomposición y aislamiento de los hechos «demuestra que la caída del petróleo habría sido muy similar entre 2014 y 2015 incluso sin el incremento de la producción derivada del shale, lo que implica que este tipo de petróleo no ha sido el principalmente el causante del desplome».

El fuerte retroceso del oro negro, que en la actualidad cotiza en los 46 dólares el barril de Brent, se debe a una combinación de factores o tormenta perfecta (shock negativo en la demanda, positivo en la oferta y, en menor medida, auge del shale oil en EEUU) que han arrastrado al crudo una situación compleja para los grandes productores de Oriente Medios.

Aún así, resulta complejo saber qué habría pasado si no se hubiese producir la revolución del fracking en EEUU. Es decir, sin el incremento de la extracción de shale en las rocas poco permeables gracias a las mejoras tecnológicas, quizá países como Arabia Saudí o Irak no hubieran aumentado su bombeo de crudo en un intento por mantener su cuota de mercado en un contexto de bajo crecimiento de la demanda.

De modo, que las conclusiones del trabajo de Kilian hay que analizarlas con precaución, puesto que aislar hechos (boom del shale) y asumir que el resto de los factores permanecen constantes puede producir unos resultados alejados de una realidad en la que las variables tienden a depender las unas de las otras.

FUENTE: EL ECONOMISTA.