Aunque la materia prima es la misma, las grandes marcas añaden sus propios aditivos para mejorar el rendimiento

 

Las diferencias de precio entre los combustibles a la venta en una ciudad pueden variar en torno a los 20 céntimos en el caso de la gasolina, dependiendo de la estación de servicio elegida. Según la Organización de Consumidores OCU, las diferencias de precios entre las cadenas más baratas y más caras oscilan entre un 15 y un 20% según el tipo de carburante. El análisis de precios de OCU revela que las diferencias de precios entre las cadenas más baratas y las más caras oscilan entre un 15 y un 20% según el tipo de carburante.

Una diferencia de precio importante según se van sumando kilómetros, y que genera dudas entre los conductores, que se preguntan si a largo plazo repostar en una gasolinera de marca blanca o «low cost» puede tener repercusiones en la mecánica del coche provocando algún tipo de averías.

Aunque muchas personas se puedan pensar lo contrario , la materia prima, es decir, la gasolina o el diésel original es el mismo, por lo que las diferencias de combustible entre una gasolinera de marca y otra de «marca blanca» se debe a los aditivos que las grandes petroleras deciden añadir para aumentar el rendimiento.

Estas sustancias añadidas a la gasolina tienen diferentes funciones, como lubricar, actuar como anticongelante o estabilizante. Antes de que la petrolera añada estos compuestos, las gasolinas son exactamente iguales. Esto se debe, a que todos los combustibles que se venden en estaciones de servicio españolas están obligadas a cumplir con unos mínimos de calidad, y proceden en su inmensa mayoría de la Compañía Logística de Hidrocarburos (CLH).

En el caso del gasóleo o diésel, lo que diferencia uno de otro es el número de cetano. Este índice está relacionado con el intervalo de encendido, es decir, el tiempo que transcurre entre la inyección del combustible y el comienzo de la combustión. Este número ha de ser superior a 46. Sin embargo, en España todos los gasoleos A superan el 51 y por lo tanto cualquier diésel es apto para todos los coches.

Ese número de cetato puede ser aún más alto. Cuanto más alto, más se retrasa la ignición del combustible provocando una mejora en la calidad de la combustión. De este modo, se reducen las emisiones contaminantes e incluso los ruidos y vibraciones del motor.

Por lo tanto el combustible conocido como «low-cost» mantiene una serie de propiedades mínimas (obligadas a nivel nacional y europeo) que aseguran su calidad. Eso sí, a largo plazo nuestro coche notará esa falta de aditivos y sustancias que sí están en el «premium». Podremos notarlo en la cámara, las toberas o el sistema de admisión ya que tanto la gasolina como el diésel los corroen y algunos de esos aditivos ayudan a evitarlo.

Esto garantiza que tanto los combustibles de bajo coste como los de marca cumplen unos requisitos idénticos que garantizan una calidad mínima, lo que no impide que las compañías consolidadas decidan añadir sus propios aditivos para mejorar su producto y diferenciarlo de su competencia. Cada petrolera tiene su fórmula, lo que les permite diferenciarse del resto.

Otras diferencias tienen que ver con los menores costes de las gasolineras «low-cost», que tienen un menor número de empleados y no necesitan publicitarse. Gran parte de las gasolineras «low-cost» están asociadas a supermercados o grandes superficies comerciales, con lo que su bajo precio supone un gancho para que el cliente acuda tras hacer la compra en sus instalaciones, lo que sí ofrece un mayor margen de beneficio.

FUENTE: ABC