Vehículos propulsados por diferentes fuentes de energía cada vez más eficientes, digitalización o consumo colaborativo han acelerado la transición en el sector del transporte. Los conductores decidirán, pero bajo un denominador común: la movilidad será cada vez más sostenible.

En las entrevistas de trabajo, suelen preguntarle al candidato dónde se ve en diez años. Últimamente, nadie que utilice coche deja de hacerse preguntas similares sobre su propia movilidad del futuro: ¿qué tipo de vehículos conduciremos?, ¿con qué combustible llenaremos el depósito?, ¿se usarán naves ligeras que irán sobrevolando el tráfico pesado? Cada vez se ven más coches eléctricos, con baterías cada vez mejor diseñadas, pero durante las próximas décadas también seguiremos circulando con los mismos coches de hoy. Sí, nuestros coches mantendrán sus motores actuales, pero estarán impulsados por combustibles más eficientes y sostenibles. Aunque para eso, ya no habrá que esperar diez años. Ya hoy se empiezan a fabricar estos combustibles, cada día más próximos a las cero emisiones netas y válidos para los motores de los mismos coches que hoy conducimos. Pero la transformación de este sector no ha hecho más que empezar…

La movilidad está cambiando mucho en los últimos tiempos. Ya se vislumbran estaciones de servicio más digitalizadas, donde gracias al Big Data o la Inteligencia Artificial, sabremos si hay disponibilidad del producto deseado o está libre el túnel de lavado. Es probable que muchos de los servicios estén digitalizados y robotizados, en aras de una mayor personalización y seguridad. Al margen de cómo será el diseño de los surtidores, sí sabemos que la estación de servicio del futuro será multienergía, sostenible y, como decíamos, digital. O la del presente… A día de hoy ya es posible gestionar a través de diversas herramientas digitales, como Waylet, de Repsol, tanto los pagos del repostaje, como, por ejemplo, la reserva de puntos de suministro eléctrico, y este tipo de servicios, claramente irá en aumento.

El transporte que viene contará con múltiples soluciones. Productos de bajas emisiones y electrificación convivirán con carburantes convencionales cada vez más eficientes y sostenibles, además de con otras soluciones energéticas. Cada conductor podrá elegir el tipo de energía que más se adapte a sus necesidades y tipo de desplazamiento. Gasolina y diésel, AutoGas, gas natural vehicular, recarga eléctrica -con cada vez más puntos de suministro públicos-, biocombustibles sostenibles, hidrógeno y combustibles sintéticos. La oferta es creciente y variada, pero no solo en cuanto a tipos de energía. Otras opciones como el carsharing, sobre todo en las grandes ciudades, también ganan espacio impulsadas por la idea de la economía compartida. 

Esta solución mixta es la mejor contribución para descarbonizar el transporte. En este sentido, energéticas como Repsol, amplían día a día la oferta de sus estaciones de servicio hacia combustibles cada vez más eficientes. La energética trabaja en nuevos productos que prolonguen las prestaciones del motor al tiempo que permitan obtener, tanto reducciones en el consumo como en la huella de carbono. 

Cuando se trata de apostar por productos que impulsen la descarbonización, una de las mejores opciones la encontramos en los ecocombustibles. Se trata de combustibles sostenibles, no derivados del petróleo, con nulas o bajas emisiones de CO2, e incluso negativas (cuando el CO2 retirado de la atmósfera es superior al emitido en la combustión). Entre ellos están los biocombustibles sostenibles, elaborados a partir de biomasa y residuos, lo que ofrece la oportunidad de impulsar la economía circular porque favorecen un uso y reutilización eficiente de los recursos, materias primas, e incluso residuos; los combustibles sintéticos (e-fuels fabricados a partir de CO2 capturado e hidrógeno renovable) y el hidrógeno, desarrollado a partir de energías renovables.

Una de las instalaciones pioneras en España en el uso de residuos como materia prima será precisamente la planta que Repsol va a construir en su refinería de Cartagena, que, además, será la primera de este tipo en el país. Producirá 250.000 toneladas de biocombustibles avanzados a partir de 2023. Coches, camiones y aviones podrán usar este producto sostenible, lo que podría evitar 900.000 toneladas de CO2 al año. Esto es, aproximadamente, el equivalente a la absorción de CO2 de un bosque con una extensión similar a 180.000 campos de fútbol. Por otro lado, la energética utilizará la electrólisis para producir hidrógeno renovable en la planta de combustibles sintéticos cero emisiones netas que va a construir en el Puerto de Bilbao y que, según las previsiones, será una de las más grandes del mundo en su especialidad. En ella, se producirán combustibles a partir de hidrógeno renovable y CO2 capturado. 

Los ecocombustibles tienen propiedades fisicoquímicas similares y la misma densidad energética que los combustibles actuales, lo que los hace compatibles con los motores del mercado y posibilita el aprovechamiento de las infraestructuras de distribución y repostaje ya existentes. Constituyen una realidad presente sin necesidad de más desarrollos. Además, pueden utilizarse en la aviación y el transporte marítimo, sectores donde la electrificación no es ahora mismo viable, y se producen con materias primas renovables.

Otras opciones menos conocidas para la movilidad son el AutoGas, una mezcla de propano y butano que reduce las emisiones de CO2 hasta en un 14% y elimina, casi al cien por cien, la emisión de partículas. Permite autonomías de hasta 1.200 kilómetros sin necesidad de repostar y se trata del combustible alternativo más utilizado del mundo. La opción del gas natural vehicular (GNV) está especialmente indicada para el transporte de mercancías y cuenta con dos tipos: el gas natural comprimido (GNC), usado por vehículos ligeros y algunos vehículos pesados (para transporte de corta y media distancia). Se utiliza, principalmente, en entornos urbanos e interurbanos. Y, por último, el gas natural licuado (GNL) para el transporte pesado, ya que proporciona mayor autonomía, por lo que se usa mayoritariamente en transporte de larga distancia. 

Europa ha sido el primer continente en fijar un objetivo de cero emisiones netas en 2050 y, en consecuencia, las instituciones y las compañías del continente ya están manos a la obra en materia de descarbonización. El horizonte, en línea con los Acuerdos de París, consiste en limitar a 1,5°C el calentamiento global, durante este siglo. Esto significa que hay que hacer los deberes en la lucha contra el cambio climático, con creatividad y eficiencia, y parece que el sector de la movilidad se está aplicando para sacar buena nota.

FUENTE: EL MUNDO