El consumo de gasóleo para automoción cae en lo que va de año por primera vez desde 2013, una situación que choca enormemente con la mejora de la actividad económica del país -la previsión es que el PIB crezca un 2,3% este año- y, sobre todo, con el fuerte crecimiento de la demanda de gasolina del 6,2% en el mismo periodo.

Un mujer reposta combustible en una gasolinera de Madrid A. DI LOLLI

La política antidiésel del Gobierno comienza a mostrar sus primeros efectos en las refinerías y gasolineras españolas. El consumo de gasóleo para automoción cae en lo que va de año por primera vez desde 2013, una situación que choca enormemente con la mejora de la actividad económica del país -la previsión es que el PIB crezca un 2,3% este año- y, sobre todo, con el fuerte crecimiento de la demanda de gasolina del 6,2% en el mismo periodo.

En el sector energético vinculan estos cambios con los mensajes contra este carburante que han salido de Moncloa y del Ministerio de Transición Ecológica desde que Pedro Sánchez fuera investido presidente del Gobierno en junio de 2018. Una batería de amenazas a los propietarios de vehículos de gasóleo que se han articulado en dos grandes ejes: un incremento de la presión fiscal sobre este carburante y la prohibición de circular en el centro de grandes ciudades.

Ninguna de estas medidas llegó finalmente a entrar en vigor por el final de la legislatura y la convocatoria de nuevas elecciones, si bien por ahora permanecen en punto muerto y serán reactivadas si el PSOE vuelve a liderar un nuevo Gobierno en las próximas semanas o meses. Y, aunque no han entrado en vigor, sí han modificado de manera notable el comportamiento económico de los conductores españoles.

El primero de estos cambios tiene lugar en el concesionario. La compra de vehículos con motor diésel supone en lo que va de año un 28% del total de turismos vendidos, una cifra muy inferior al 37% que se registró entre los meses de enero y mayo del pasado año. El descenso -que en número de coches supera el 24%- ha hecho ganar más protagonismo al vehículo de gasolina, aunque también ha aumentado la presencia de utilitarios eléctricos, híbridos o de tecnologías alternativas como el Gas Licuado de Petróleo (GLP) o el Gas Natural Licuado (GNL), según la estadística de la patronal Faconauto.

A pesar del frenazo registrado en 2019, el gasóleo sigue siendo el carburante dominante en las carreteras españolas por su uso habitual en el sector del transporte. Entre enero y mayo en el país se han consumido 9,6 millones de toneladas de este producto, frente a las 2 millones de toneladas de gasolina. Es decir, un 82% del combustible utilizado es diésel.

Esta enorme dieselización del parque móvil nacional ha impulsado en la última década una transformación de la industria refinera por parte de petroleras como Repsol o Cepsa. Lo que parecía una enorme oportunidad de crecimiento a nivel nacional se ve ahora amenazada por el cambio de paradigma a nivel europeo sobre el uso de este combustible, lo se está traduciendo en un fuerte incremento de las exportaciones a otros mercados.

Entre los meses de enero y mayo las ventas al exterior de gasóleo local aumentaron un 8,4%, mientras que las de gasolina lo hicieron al 1,6%. Precisamente, el mayor destino receptor de gasóleo español ha sido Francia, país que tuvo que suspender a finales del pasado año sus planes de elevar la fiscalidad sobre este carburante por las violentas protestas desatadas en todo el país por parte de los denominados chalecos amarillos. Otros de los mercados en los que está aumentando con fuerza la venta de gasóleo nacional son Italia y Marruecos por su proximidad geográfica.

Lejos de las fronteras, el gasóleo español está llegando a mercados hasta ahora desconocidos como Venezuela. En el mes de abril Repsol vendió un total de 33.000 toneladas de este carburante al Estado latinoamericano, lo que supone una enorme paradoja ya que éste es el propietario de las mayores reservas de petróleo a nivel mundial. La venta de gasóleo se suma a las últimas entregas de gasolina por la incapacidad de procesamiento del país derivado de su crisis económica y social.

La amenaza que cierne sobre la industria del diésel se ha comenzado a traducir ya en un enfrentamiento palpable entre los principales empresarios del sector y la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. El presidente de Repsol, Antonio Brufau, ha sido hasta ahora el más crítico con los planes de transición energética elaborados por el Gobierno al advertir que ser «demasiado ambiciosos» puede acabar derivando en un fuerte coste para la economía. También Mario Armero, de la patronal de fabricantes de coches Anfac, ha denunciado en varias ocasiones la incertidumbre a la que está sometida la industria en España por la diversa regulación en materia de medio ambiente a nivel nacional, regional y municipal.

FUENTE: EL MUNDO.