Desde al menos el 28 de junio de 1927, hace ya casi un siglo,  en que José Calvo Sotelo, ministro de Hacienda de Primo de Rivera, promovió la creación del monopolio de C.A.M.P.S.A., los precios del combustible en España han estado en manos de muy pocos, hasta hoy.
Desde el año 1992 en que se extingue el monopolio los precios están formalmente liberalizados, pero la posición real de las compañías beneficiarias de la extinción hizo que el precio se haya decidido de forma significativa sin una democrática participación del empresariado, por decirlo de alguna manera y sin acritud. Lo cual por otra parte sería de agradecer a dichas compañías por el sector. Otra cuestión es cómo se ha repartido el margen entre operador y estación de servicio.

La Ley 11/2013 ha obligado a las operadoras a ceder la libertad real de fijación de precios a miles de PYMES en España, que desde hoy son las principales responsables de marcar el precio.

Han sido meses duros para unos y otros, en los que la inmensa mayoría de los acuerdos han sido, más que adaptados, modificados de manera trascendental en sus términos más esenciales. Como siempre ha ocurrido en los últimos 22 años en los que llevamos  asesorando en este sector, dependiendo de cómo cada uno haya sabido defender sus derechos, ha llegado a un mejor destino o se ha conformado con lo que le venía impuesto.

Las  compañías más importantes, REPSOL y CEPSA, aseguran que han adaptado prácticamente toda su red. Pero inadaptados hay y nos consta. O como se diría ahora, y tú lo sabes.

Es hoy cuando empieza la real adaptación, la  adaptación a la competencia que va a imponer un mercado mucho más atomizado.

Ahora es cuando habrá que convencer al consumidor con las herramientas comerciales que cada uno desarrolle o las que  “alquile”  de su compañía para fidelizar a una clientela, cada vez más obsesionada por el precio puro y duro.

Y habrá que hacer una gestión muy eficiente de monolito,  facturación, control de impuestos, contabilidad como gran empresa a partir de los 5 millones de litros, etc… Pero sobre todo habrá que escuchar al cliente, para saber hasta dónde puede llegar nuestro precio en el día a día, incluso hora a hora.

Os deseamos lo mejor a  “adaptados” e “inadaptados”. Y como decimos los peregrinos a Santiago…  BUEN CAMINO.

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