El precio del petróleo ya está por encima de lo previsto por el Gobierno en su cuadro macro. Si se consolida el aumento, el PIB crecerá menos, la deuda aumentará y se creará menos empleo

 

Los viejos fantasmas vuelven a aparecer. El barril de crudo Brent supera ya los 76 dólares, y, lo que es más relevante, todo indica que la escalada continuará. Entre otros motivos, porque las causas que explican su ‘rally’ alcista, lejos de desaparecer, siguen ahí. En particular, la esperada decisión de Trump (antes del 12 de mayo) sobre el futuro del acuerdo nuclear con Irán firmado en tiempos de Obama, pero también por la debilidad del euro, arrastrado por el diferencial de tipos de interés entre Europa y EEUU.

Mientras que la rentabilidad del bono americano se sitúa en torno al 3%, el Bund alemán se mantiene en el 0,52%, lo que anima a los inversores a comprar activos en dólares y produce una depreciación del euro. La moneda única ha bajado hasta los 1,19 dólares, lejos de los niveles (1,24-1,25 dólares) con que comenzó el año.

El enorme diferencial de tipos de interés entre las dos orillas del Atlántico refleja el grado de madurez de los respectivos ciclos económicos, aunque también las diferentes percepciones que tienen los mercados sobre la inflación. Mientras que en EEUU el IPC tiende a consolidarse en el entorno del 2,5% (ya por encima de los objetivos de la Reserva Federal), la inflación europea continúa anclada alrededor del 1,2%, lo que, en principio, aleja cualquier movimiento por parte del Banco Central Europeo (BCE). La inflación subyacente americana, la más relevante porque elimina los componentes más volátiles (energía y alimentos no elaborados), incluso se sitúa ligeramente por encima del 2%.

Las expectativas de inflación, en todo caso, están muy influidas por la disciplina en la oferta de crudo por parte de los países de la OPEP y de Rusia. Y lo que sugieren los analistas de Bloomberg es que sustituir el petróleo iraní que se retiraría del mercado en caso de sanciones por parte de la Administración Trump (alrededor de un millón de barriles) no sería fácil. Entre otras cosas, porque grandes países productores como Irak o Venezuela están al límite, y ni siquiera los saudíes estarían en condiciones de compensar la caída del crudo iraní con oferta propia en un plazo no inferior a 90 días. Fuentes saudíes dijeron a Bloomberg que elevar la producción de 11,5 millones de barriles a 12,5 millones llevaría entre seis y nueve meses. Es decir, que el encarecimiento del crudo sería inevitable. Los saudíes, de hecho, nunca han producido más de 10,6 millones de barriles, por debajo de la cuota asignada.

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Ese escenario es el que más temen los países consumidores, ya que la reacción de los precios a la menor oferta sería inmediata. En el caso de España, el país más dependiente de las importaciones de crudo junto a Italia, el impacto ya se deja notar. En lo que va de año, el barril del tipo Brent (159 litros) se ha situado como media en 68,11 dólares, lo que supone un incremento del 25,4% respecto de la media del conjunto del año pasado. Ese encarecimiento ha sido compensado en parte por la apreciación del euro (1,23 dólares en lo que va de año, frente a 1,13 en 2017), pero esa tendencia es la que se ha dado la vuelta.

Supuestos básicos

Eso significa, ni más ni menos, que uno de los supuestos básicos con que se hicieron los Presupuestos Generales del Estado de 2018 comienza a debilitarse. Tanto en el Programa de Estabilidad enviado a Bruselas como en el cuadro macroeconómico que acompaña a los Presupuestos, el Gobierno había previsto un precio medio del barril de crudo de 67,7 euros con un tipo de cambio equivalente a 1,20 dólares. Ambas referencias han sido ya superadas, y con una tendencia a empeorar. Al menos a corto plazo.

El propio Programa de Estabilidad estima que un aumento del precio del petróleo por encima del escenario base hasta los términos actuales (75 dólares barril) restaría siete décimas de crecimiento del PIB y dos décimas en el caso del consumo privado. Igualmente, la deuda pública crecería 1,1 puntos de PIB y el empleo se vería afectado negativamente en un -0,8%.

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Esos supuestos sobre los precios del petróleo son los mismos que los previstos por la UE, como aclara Economía en el Programa de Estabilidad, lo que significa que la revisión a la baja de las expectativas afectaría al conjunto de la zona del euro. En ese mismo documento se aclara que un incremento de los precios del petróleo en dólares superior al esperado “se vería parcialmente compensado por la apreciación del euro y el fuerte dinamismo de la demanda interna y externa”. Lo primero, sin embargo, no parece tan evidente, a la vista de la última evolución del tipo de cambio, y lo segundo, con la información disponible hasta hoy, no se está produciendo.

Los últimos datos de Eurostat muestran, en concreto, que el PIB de la eurozona avanzó un 0,4% en el primer trimestre de este año, por debajo de las tasas del 0,6% y 0,7% a que creció en los cinco trimestres anteriores.

Como sostiene el propio Gobierno en el Programa de Estabilidad enviado a Bruselas, el precio del petróleo influye en los agregados macroeconómicos, al variar el coste de la energía. Y España, como país netamente importador, se vería afectado por un ‘shock’ sobre los precios del petróleo por dos vías: los costes de producción y el saldo de la balanza corriente, que todavía tiene superávit pese al empeoramiento de la balanza comercial.

FUENTE: EL CONFIDENCIAL.