Imagen gasolinera fantasma Huelva

Imagen gasolinera fantasma Huelva

  • Los partidarios de que se prohíban estas estaciones alegan motivos de seguridad
  • La gasolineras desatendidas afirman que cumplen con la normativa y que quieren acabar con sus negocios porque venden más barato el carburante

La guerra entre las gasolineras tradicionales y las conocidas como ‘fantasma’ por la ausencia de personal está lejos de acabarse. El Gobierno trató en julio de llevar la calma al sector introduciendo cambios en la normativa para reforzar la seguridad en las gasolineras desatendidas. Pero para los detractores de este modelo de negocio, las medidas aprobadas por el Ejecutivo son «claramente insuficientes», y no están dispuestos a rendirse hasta que todas las gasolineras cuenten con al menos un empleado.

De momento, están recogiendo firmas para presentar en el Congreso de los Diputados una Iniciativa Legislativa Popular en este sentido y están muy cerca de lograr las 500.000 firmas necesarias.

La campaña, impulsada por los sindicatos UGT y CCOO, las patronales CEEES (Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio) y Aevecar (la Agrupación Española de Vendedores al por menor de Carburantes y Combustibles) y la Confederación de personas Discapacitadas (Cocemfe) pretende conseguir que se convierta en ley la propuesta presentada el pasado octubre por el PSOEen la Cámara Baja, que busca «garantizar la seguridad y los derechos de las personas con discapacidad y los consumidores en general con la presencia de personal en las estaciones de servicio».

«Entendemos que no puede haber instalaciones de suministro de combustible sin personal porque quién va a velar porque se cumplan las normas. Es necesaria la presencia de un trabajador debidamente formado por una cuestión de seguridad para evitar que se produzcan accidentes», argumenta Víctor García Nebreda,secretario general de Aevecar.

Entre las medidas aprobadas por el Ejecutivo el pasado julio -de obligado cumplimiento para las gasolineras desatendidas-, figuran la de contar con un interruptor de paro de emergencia que permita el corte de corriente, así como la supervisión con cámaras de seguridad y la conexión a una central receptora de alarma. Además, se deberían llevar a cabo revisiones periódicas de detección de fugas y se establecen también requisitos adicionales para las instalaciones de servicio que suministran biocombustible.

Para la Asociación Nacional de Estaciones de Servicio Automáticas (Aesae), «mejorando la regulación que ya existía y exigiendo más seguridad, el Gobierno ha permitido que estas gasolineras existan y, por tanto, las comunidades autónomas están obligadas a cumplir esta ley de carácter nacional», subraya Manuel Jiménez Perona, presidente de esta organización. De lo contrario, añade, «vamos a 17 reinos de taifas, lo que sería un completo galimatías».

Normativas comunitarias

Algo que ya ha ocurrido. Comunidades como Murcia, Castilla-La Mancha Navarra o Valencia han aprobado regulaciones que obligan a las gasolineras desatendidas a contar siempre con un empleado. Baleares también lo intentó, pero el Tribunal Superior de Justicia de Baleares tumbó el decreto al considerar que entraba en «colisión directa» con la ley nacional . Un fallo que ha sido recurrido por Aevecar ante el Tribunal Supremo.

Ningún bando está dispuesto a arrojar la toalla. En abril del año pasado Aesae presentó una denuncia ante la Comisión Europea en la que alegaba que se estaba violando el principio de libertad de mercado. España envío una carta más tarde a a la CE, en la que aseguraba que iban a poner todos los medios a su alcance para que no se limitara la competencia.

«Las gasolineras tradicionales quieren acabar con las estaciones desatendidas porque ponen en peligro su modelo de negocio. Dicen que no son seguras, pero nada más lejos de la verdad», afirma con vehemencia Jiménez Perona. «Numerosos informes demuestran que no hay incidentes ni apenas quejas de los consumidores. Además, en otros países de nuestro entorno como Alemania, Dinamarca … tienen una alta penetración y no hay ningún problema».

Algo que niegan los detractores de estas instalaciones. «Al margen de ganar dinero, hay que poner en marcha modos de negocio sostenibles y seguros. Todos tenemos que jugar con las mismas reglas y unos mínimos que garanticen los derechos de los consumidores», subraya García Nebreda.

Por su parte, los sindicatos denuncian que la proliferación de estas gasolineras low cost pone en peligro la continuidad de cerca de 10.000 empleos en el sector.

Destrucción de puestos de trabajo

Desde Aesae se defienden argumentando que «en otros muchos sectores se han destruido puestos de trabajo (cajeros bancarios, agentes de viajes…) y nadie dice nada», y afirman que ellos crean también empleo. «Con los 300 o 500 euros al año que ahorran las familias en nuestras estaciones de servicio, aumenta el consumo y, por tanto, se crea trabajo», asegura Jiménez Perona. «Quienes quieren acabar con las gasolineras desatendidas alegan motivos de seguridad, de destrucción de empleo, de dificultades de uso para los discapacitados… pero se trata de una pataleta de alguien que está perdiendo su modelo de negocio», añade.

Unas afirmaciones que indignan desde el otro lado: «Pero, ¿de qué ahorro hablan?», se pregunta García Nebreda. «Un ciudadano se ahorra en estas gasolineras una media de 3,5 euros al mes. Eso son 40 euros al año. No creo que esa cantidad arregle la situación de ninguna familia. Sencillamente buscan obtener una mayor rentabilidad por encima de todo. Al no tener personal, pueden bajar los precios y ser más competitivos», explica. «Pero por encima de la rentabilidad», denuncia, «tiene que haber una coherencia porque tratamos con productos contaminantes y peligrosos».

Lejos de amilanarse ante la perspectiva de que la iniciativa legislativa popular salga adelante, Jiménez Perona asegura que van a plantar batalla: «Nosotros vamos a seguir defendiendo nuestro negocio con vehemencia. No tenemos miedo de la iniciativa popular porque tenemos la razón de nuestra parte porque respetamos la ley». La guerra está servida.